Actividades al aire libre en Pamplona

LA TACONERA

Los Jardines de la Taconera, los más antiguos de Pamplona, son un vergel de estilo francés en el centro de la ciudad. Diseñados en 1830, siguen conservando un aire romántico.

El baluarte de la Taconera, como el de Gonzaga, fue construido en el XVII como refuerzo del nuevo frente oeste trazado tras la construcción de la ciudadela. Hacia 1940 el baluarte sustituyó su antiguo coronamiento de cañoneras por un antepecho de piedra, puesto que ya entonces se había convertido en lugar de paseo. La medialuna de Gonzaga, llamada también revellín de San Roque, se levantó entre 1675 y 1700 para reforzar la defensa de los citados baluartes. Luce en uno de sus frentes el escudo de armas del virrey Pignatelli.

Entre los árboles de este parque destacan esbeltas hayas, frondosos magnolios y singulares ginkgos biloba. Acompañando el paseo, encontramos laureles, acebos y una secuoya gigante de 40 metros de altura. Uno de los árboles más llamativos es la sófora japónica, que se encuentra en el coqueto Café Vienés, antiguo kiosko de alquiler de bicicletas. También podremos observar el tejo en espiral, el fresno “el superviviente” y un hermoso paseo central de flores.

Si algo llama la atención del paseante, es sin duda el pequeño zoo abierto que acogen los fosos del antiguo baluarte. En este espacio conviven patos, cisnes, ciervas, pavos reales, faisanes, ocas y peces.  

El jardín es también un pequeño museo al aire libre en el que varias esculturas señorean desde las alturas. En el paseo central se encuentra el Monumento a Julián Gayarre, obra de Fructuoso Orduna (1950). En uno de los pasillos laterales se encuentra el busto que rinde homenaje al compositor burladés Hilarión Eslava. Cerca del Café Vienés, se encuentra el Monumento a la Beneficencia, más conocido como “la Mari Blanca”. Junto a la Taconera, el Parque de Antoniutti está dedicado a la práctica del patinaje, con una pista de velocidad y un “skate park”

RUTA POR LOS PARQUES Y JARDINES DE PAMPLONA

La ruta comienza en el parque de la Media Luna continúa por los Jardines de la Taconera, el Parque de la Ciudadela y Vuelta del Castillo y finaliza en el Parque de Yamaguchi y Jardín de la Galaxia. En los Jardines de la Taconera encontrarás los siguientes árboles:  

Señal 7: Taxus baccata -Tejo en espiral

Este ejemplar ha sido históricamente una referencia en el parque de la Taconera por su poda en forma de espiral. Al tejo le gustan los lugares frescos y sombríos, quizás eso sea lo que le haga poder vivir más de un milenio.

Señal 8: Fraxinus excelsior– Fresno “el superviviente”

Te encuentras acompañando al árbol más anciano del parque. Este ejemplar es de los tiempos en los que magníficos olmos cubrieron gran parte del parque, lamentablemente murieron en los años 80 a causa de un hongo. Observando este árbol puedes hacerte una idea de la belleza del arbolado en este lugar en tiempos pasados.

Señal 9: Styphnolobium japonicum – Sófora japónica péndula. 

Su forma retorcida y caprichosa le otorga un aire mágico y sugerente. Este ejemplar de avanzada edad requiere de apoyos a modo de bastones que permitan resistir a su anciana estructura. Si te fijas bien podrás localizar oquedades que dan cobijo a la fauna del lugar.

Señal 10: Paseo central de flores

Los parterres de flor te atraparán con toda la gama de colores y texturas posibles. En cada estación podremos observar coloridas sinfonías visuales diferentes: en primavera violas, prímulas, tulipanes o jacintos; en verano begonias, tagetes, dalias y olorosas salvias.

Señal 11: GIGANTES VERDES. Sequoiadendron  giganteum – Secuoya gigante y «Toko-Toko», el Rey americano

Árbol de gran talla, entre 50 y 80 metros de altura, forma cónica y follaje escuamiforme muy denso y regular. Son las más voluminosas del reino vegetal, llegando a los 1500 metros cúbicos de madera por ejemplar.

Señal 12: GIGANTES VERDES. Sequoia sempervirens – Secuoya sempervirens y «Braulia», Reina americana

Árbol de gran talla que puede alcanzar los 100 metros de altura. De porte piramidal y hojas aciculares, dispuestas en dos hileras a cada lado de las ramitas. Puede llegar a vivir entre 2000 y 3000 años.

LAS AVES QUE SOBREVUELAN LA CIUDAD

  • El “cernícalo vulgar” es el principal enemigo de gorriones y otros pequeños pájaros. Destaca su habilidad para aprovechar las aves enjauladas que quedan a su alcance en balcones y ventanas, siendo devoradas in situ. 
  • En mayo o junio es frecuente escuchar al comienzo de la noche un sonido agudo y constante, repetido cada pocos segundos, en parques y avenidas arboladas. Es el reclamo del “autillo europeo», pequeña rapaz nocturna que, cuando se acerca alguien, se calla y no se mueve. 
  • El vencejo come y duerme sin dejar de volar. Le gusta vivir en las ciudades. En Pamplona está entre mayo y agosto.
  • Al mirlo común le gusta dar saltos sobre la hierba y canta al atardecer, con extraordinarias notas aflautadas.
  • El petirrojo es rechoncho y reconocible por su babero rojo-anaranjado.
  • El milano real es una de las aves rapaces diurnas más fácil de diferenciar por su color anaranjado. Tiene una envergadura de 170 centímetros. Sobrevuela la ciudad como un centinela en busca de otras aves y de roedores.
  • Reconocerás al verdecillo porque es amarillo limón y los solemos ver en la parte alta de los árboles.
LAS CAJAS NIDO

En el parque de La Taconera, la Vuelta del Castillo, Yamaguchi y Paseo fluvial hay instaladas cajas nido para atraer la población de aves. Las hay para cernícalos, autillos y pequeños pájaros como herrerillos y carboneros.

PARQUE FLUVIAL DEL ARGA

El Paseo Fluvial del Arga es un camino de once kilómetros de longitud que discurre a orillas del río Arga. 
Se adentra en la ciudad de Pamplona por las huertas de la Magdalena, cruza el barrio de la Rochapea y, tras aproximarse al casco urbano de la ciudad, se aleja por el barrio de San Jorge.

El Paseo recorre también las orillas de muchas localidades de la Cuenca de Pamplona como Burlada, Villava, Arre, Barañáin o Zizur Mayor. 

Tramo de la Magdalena (Larraintzar – Puente de la Magdalena) 

Siguiendo la dirección del río, este es el primer meandro del parque fluvial, hasta el Puente de la Magdalena. Es un paseo sugestivo y campestre, entre huertas de hortalizas, granjas y cercados con caballos y vacas. Pronto se llega hasta una bonita presa, donde están el Molino de Caparroso y la , que nos conduce hasta el Parque de la Tejería. Al final del meandro nos encontramos con el puente gótico de la Magdalena (XII), por donde pasa el camino de Santiago. Si miramos hacia Pamplona, todo este paseo es paralelo al parque de la Media Luna y al lienzo más antiguo de la muralla, la Ronda Barbazana.

Tramo de Aranzadi (Puente de la Magdalena – Puente de San Pedro) 

El parque fluvial en este tramo, comprendido entre el Puente de la Magdalena y el de San Pedro, presenta un paisaje más urbano y alejado de las murallas. En la calle Errotazar podremos visitar el Museo de Educación Ambiental y retomar allí el paseo a la hora del río, hasta llegar al Parque de Runa, con el monte San Cristóbal al fondo. El Puente de San Pedro es el más antiguo de la ciudad. De origen romano, su aspecto actual es medieval.

En este punto volvemos a encontrarnos con las murallas como telón de fondo: el Bastión del Redín, el Revellín de los Reyes y el Baluarte Bajo del Pilar.

Tramo de la Rochapea (Puente de San Pedro – Puente de Cuatro Vientos) 

Este tramo del Arga de acerca de nuevo a los pies del casco antiguo, paralelo al Paseo de Ronda, que lleva hasta el Parque de la Taconera, por el Portal Nuevo. Podemos distinguir las torres de la Catedral, el Archivo de Navarra y todo un frontal de casas en tonos pastel que forman una de las vistas más hermosas de la ciudad intramuros.

Esta parte del río está llena de actividad: pescadores, piragüistas y embarcaciones de remo que parten del puente medieval de la Rochapea o de Curtidores. Al lado están los Corralillos, espacio en el que las reses bravas en San Fermín aguardan a ser trasladadas hasta la Plaza de Toros en el encierro. Si seguimos el paso llegamos hasta el Puente de las Oblatas, de factura reciente, y más adelante hasta el puente gótico de Santa Engracia.

Tramo de San Jorge (Puente de Cuatro Vientos – Puente de Miluce) 

Debemos salvar el Puente de Cuatro Vientos por la calzada y descender de nuevo al río para tomar este tramo, adoquinado de ladrillo rojo. El cauce del río va estrechándose, con lo que el agua lleva mayor velocidad. El paseo deja atrás un frontón, una fuente, una presa, un molino… y se aleja cada vez más de la ciudad adentrándose en un paisaje tranquilo, arbóreo y silencioso. Al otro lado, a lo lejos, el barrio de San Juan. En este tramo hay otro puente centenario, el de Miluce, de origen romano o alto medieval, reconstruido en el XIX. A partir de ahí el paseo sigue y sigue hasta dejar atrás Pamplona.

PARQUE DE LA MEDIA LUNA

La Media Luna se sitúa junto a la avenida Baja Navarra, entrada a la ciudad desde el norte. Desde el mirador de la Media Luna disfrutamos de una estupenda panorámica de la ciudad y de los meandros que conforma el río Arga, en cuyas orillas se ubica el Parque Fluvial, una de las principales áreas de esparcimiento local. Llamará nuestra atención, sin duda, el Seminario Diocesano, cuya fachada está conformada por una gran cruz de vidriera, diseñada precisamente por el mismo autor del parque que nos ocupa: Víctor Eusa.

Donde antaño hubo eras y agricultores, hoy encontramos un bonito parque con forma de luna menguante, enlace natural entre el centro histórico y el Segundo Ensanche. La estatua del rey Sancho el III el Mayor nos da la bienvenida, destacando sus paseos de plataneros con gran arbolado, su estanque central enmarcado por una arcada y su café central. Entre las especies arbóreas del parque destacan las secuoyas gigantes, junto a castaños de Indias, cedros del Atlas y del Himalaya, sóforas lloronas, arces, almez, palmeras y abetos. Próximo al café, se encuentra el Monumento a Pablo Sarasate, virtuoso violinista y compositor pamplonés, realizado por Eduardo Carretero en 1959. Nos despide el Fortín de San Bartolomé, desde el siglo XVIII defensa destacada de la ciudad hacia el este.

Dirigiéndonos ya hacia la Taconera, seguimos el camino de ronda hacia el norte. Al cobijo de los fresnos y los arces, llegamos al Rincón del Caballo Blanco o mirador del Redín, atalaya inmejorable para entender un sistema defensivo renacentista. Nos saludan también la arboleda del Parque de Arantzadi, el Puente de San Pedro (época romana) y, cómo no, el monte Ezkaba con el Fuerte de San Cristóbal.

Continuando hacia el oeste por el camino de ronda, llegamos al mirador del Portal Nuevo, desde el que podemos apreciar la biodiversidad en torno al Arga: olmos, chopos, sauces, fresnos y arces, además de una gran variedad de aves que frecuentan estas arboledas. En sus aguas habitan especies protegidas como el visón europeo y la nutria paleártica. El antiguo Puente del Plazaola, el tren que unía Pamplona con San Sebastián, y su trazado se han reconvertido en una vía verde por la que transita la EuroVelo 1, una de las 15 rutas ciclistas que atraviesan Europa -en este caso, la vía que une el Algarve portugués con Noruega-. Hemos llegado, por fin, a la Taconera.